Sectores económicos

Los sectores productivos del territorio

Las actividades económicas del valle de Bielsa aparecen muy condicionadas por los factores climáticos y geográficos, siendo los determinantes de la relativa autarquía económica padecida hasta los tiempos recientes.

El relieve y el clima de montaña inciden en la producción agropecuaria, al dar escasos rendimientos y limitar los productos, por lo que el valle ha sido un centro importador de productos de ambas vertientes de los Pirineos.

Esta sociedad tradicional ha sufrido profundas transformaciones en el presente siglo. El resultado ha sido el paso de una comunidad eminentemente agropastoril a otra sustentada en el turismo, en el comercio y los servicios, en la que las labores de antaño son ahora complementarias. Los usos y normas sociales tradicionales también están en vías de desaparición por la influencia del estilo de vida urbano.

 

LA AGRICULTURA

Si bien las comunidades pirenaicas hacen girar su vida económica en torno a la ganadería y al bosque, la aspiración al autoabastecimiento propicia el cultivo de sus tierras mediante la paulatina ocupación y roturación de espacio para ello.
El marco en el que se integra la agricultura de montaña es el de la explotación familiar, que disponía de un terrazgo muy fragmentado, por el abancalamiento de las tierras ubicadas en las laderas de las montañas o por la división de los prados sitos en los valles.

La producción básica de estas tierras húmedas y frías era de leguminosas: lentejas, habas, arvejas o guisantes, susceptibles de soportar las inclemencias del clima y de nutrir tanto al hombre como a sus ganados, teniendo la producción de trigo y otros cereales un mero valor testimonial.

En la actualidad, la situación es bien distinta. Las tierras de cultivo han retrocedido frente a prados y pastizales, al punto que la tierra de labor pasa desapercibida en el paisaje, al quedar reducida a tan sólo 17 Has.

Hoy, el cultivo de leguminosas es casi testimonial, existiendo algo de cereal y forraje. La producción agrícola se haya orientada al autoconsumo.

Se trata de pequeños agricultores-ganaderos, propietarios de sus explotaciones, que disponen de unas pocas parcelas y unas cuantas cabezas de ganado, complementando esta actividad con otras, como la construcción y los servicios.

 

LA GANADERIA

En el valle de Bielsa la ganadería siempre ha tenido un lugar relevante frente a una agricultura.

Antaño sus productos contribuían a la subsistencia de los belsetanes y su exportación compensaba las importaciones de cereales, aceite y vino.

Antaño, la cabaña estaba compuesta por ganado "menudo"- ovejas y cabras- , mientras que el ganado "mayor" lo conformaban cerdos, vacas, bueyes, caballos y mulos.

Las ovejas eran predominantes, ya que constituían el producto más comercial. Las fuentes de mediados del siglo XV citan la existencia de hasta seis hatos, con el nombre de tres propietarios : Johan de Monclús, con 3.000 ovejas; Jayme La Cabra y sus compañeros, con 3.450, y Pero Gil, con 5.000 cabezas. En los bosques las piaras de cerdos deforestaban el sotobosque. Los bueyes, caballos y mulos eran destinados a ser fuerza motriz en las labores agrícolas.

En el valle de Bielsa se siguen las ordenanzas dispuestas en la edad media, que prolongan su existencia hasta 1932. A través de ellas el concejo arrendaba las montañas de las fronteras de Francia a los ganaderos que quisieran comprarlas, distinguiendo estas áreas de pasto de los comunes.

Hoy la vocación ganadera de Bielsa sigue siendo patente, y se pone de manifiesto en la gran superficie que ocupan las praderas y los pastizales, que suponen la quinta parte del término municipal, al haberse incrementado las primeras a costa de las tierras de cultivo, mientras que los pastizales siguen siendo de propiedad municipal.

La disminución de la cabaña ganadera ha supuesto un cambio en la estructura de la misma, y también la pérdida de su papel primordial como recurso y como elemento de preponderancia social.

El ganado equino ha retrocedido por el abandono de la agricultura y la introducción de la mecanización a mediados del siglo XX.

El ganado caprino ha experimentado un descenso acusado por su baja rentabilidad y por la prohibición de pastar en ciertos montes repoblados.

El ganado ovino, tradicionalmente el más numeroso, también ha retrocedido rápidamente. Predomina la raza "rasa aragonesa", siendo la venta de corderos el principal producto de explotación.

El ganado bovino no dejó de crecer hasta 1975, para iniciar un nuevo descenso, destinándose, casi en exclusividad, a la venta para carne. La raza autóctona "Pirenaica", que antaño fue predominante, se halla hoy en vías de extinción.

La Transhumancia
En invierno la climatología impide el aprovechamiento de los pastos, lo que determina la trashumancia para el ganado ovino y la estabulación para el bovino.

La trashumancia es un fenómeno con dos tipos de traslados: el estiaje, que las ovejas efectúan ascendiendo a los altos pastos de verano desde el valle o desde el llano, para huir de la sequedad de la tierra baja; y la invernada, que a la inversa, conduce los rebaños de los valles por las cabañeras al centro de la depresión del Ebro, a los pastos de invierno.

 

EL BOSQUE

Dentro de la estructura agraria, conviene reseñar la importancia que tuvo en el valle de Bielsa la producción forestal.

Los bosques eran atacados por campesinos en busca de tierras, por pastores necesitados de pastos, por carboneros que abastecían las forjas y minas, y por los madereros, que exportaban los troncos por el río hacia la costa mediterránea, para la construcción de embarcaciones y navíos.

Frente a estas agresiones, el concejo intentó ya, a fines del siglo XVII, el restringir la tala indiscriminada e incluso controlar el incendio de los montes.

Las ordinaciones de los montes de Bielsa de 1666 establecían unas estrictas medidas sobre carboneo, artigas, bosques, pastos, panares y cabañeras. También contienen medidas para el exterminio de lobos y osos, conservación de caminos reales, facultades para elaborar cal y veda de truchas.

En el pasado el bosque proporcionaba, además otros productos, hoy en desuso, como la resina para el alumbrado de las teas, la madera para la construcción, la leña para el hogar...

Hoy, el bosque sigue ocupando grandes extensiones en el valle - 95% del término municipal-, aunque su explotación ha quedado reducida a un nivel casi testimonial.

Las posibilidades económicas de los montes son diversas: pastos, leñas..., y de ellos se han extraído importantes ingresos, que han llegado a suponer el 70% de las entradas totales del Ayuntamiento.

De esta gran extensión forestal podrían extraerse hasta 4.000 m3 de madera, aunque el Ayuntamiento prefiere desarrollar la idea de que el bosque es una riqueza medioambiental inestimable, por lo que se apoya la tendencia alcista de su explotación turística.

 

EL COMERCIO

El relieve y el clima han determinado que la actividad comercial en el valle de Bielsa tenga un desarrollo muy limitado, al restringir las rutas, los periodos de ejercicio y las zonas con las que poder mantener contactos.

La actividad comercial del valle se consolida a comienzos del siglo XIV, con la concesión real de poder celebrar una feria en Bielsa y con el establecimiento de una aduana del reino, por la importancia del paso en el comercio entre Aragón y el sur de Francia.

En 1310, Jaime II establece que se realice en Bielsa una feria cada año. Las fechas en que se celebraba la feria -quince primeros días del mes de agosto-, eran las de mayor actividad económica del valle, al haberse terminado el esquilado del ganado, recogido la cosecha de leguminosas y concluido las labores madereras en los bosques, además de ser el mejor momento para atravesar sus puertos. El rey asegura la protección de todos los que acudan a la feria, y mientras dure ésta los asistentes no podían ser detenidos, salvo por cometer delitos graves como falsificación de moneda, asaltar caminos, homicidio y robo.

En el valle de Bielsa se empleaba para sus transacciones un sistema métrico propio, basado en la costumbre inmemorial y legitimado por sanción real.

El tráfico mercantil realizado a través del valle presentará muchas oscilaciones temporales, por las condiciones climáticas imperantes, presentando un mínimo de actividad en los meses de invierno, mientras que de mayo a noviembre se mantiene constante.

Según los libros de aduanas existentes, hay una uniformidad en cuanto a los productos, aunque no en lo que respecta a las cantidades transportadas.


Productos de entrada
En la importación de bienes comerciales por el paso de Bielsa, hay que destacar el ganado y los productos alimenticios necesarios para el mantenimiento de la población, como cereales, leguminosas, y, en menor medida, diversos artículos de consumo como cueros, vajilla, ropas, fibras textiles...

  • Productos alimenticios: cereales, como cebada, ordio y pequeñas cantidades de trigo, y de leguminosas, especialmente guisantes, lentejas y habas. 
  • El ganado de cerda llegaba como crías para engorde o para ser sacrificado para su consumo, aunque también hay entradas de carne de cerdo ya salada. 
  • En cuanto al ganado mayor, el tráfico es importante en potros, rocines, yeguas, y mulas, que generalmente siguen su camino hacia el sur. 
  • Otros productos alimenticios en tránsito son las mazas de manteca, queso, pollos, gallinas, patos, cabritos, cabrones y ajos. 
  • Los cueros vírgenes, es decir, sin el tratamiento y la manipulación del curtido, mantienen un ritmo de comercio sostenido. 
  • Los recipientes son importados debido a las necesidades que la comunidad, siendo los más comercializados el canada o vasija de madera para contener líquidos y las escudillas o platos. 
  • Las ropas, adornos y fibras textiles presentan poca actividad, salvo en el caso de las zabatas, procedentes de la zona francesa. 
  • Entre el resto de ropa comercializada destacan los toallones, cabeceras o almohadas, colchas, sábanas de lino, etc... 
  • Con destino a la industria textil de la zona -Aínsa y Barbastro-, se documenta el paso de cargas de pastel, hierba tintórea utilizada para teñir de añil. 
  • En cuanto a los paños, encontramos importaciones de lienzo y paño común, para prendas de vestir y el menaje de la casa, destinado a satisfacer las exigencias de una población de limitada capacidad económica. 
  • La importación de modestas cantidades de paños de alta calidad, siempre ingleses - de Londres y Bristol-, pone en evidencia el contacto comercial de Aragón con el puerto de Bayona. 
  • Otros productos documentados en el paso aduanero de Bielsa son: esquilas, puñales y armas, como es el caso de las curveñas de ballesta.

Productos de Salida
El movimiento exportador a través de Bielsa es mucho menor que el de importación, aunque las cantidades en paso son muy elevadas.
La entidad del comercio exportador está provocada por la comercialización de la lana, tanto la producida en el valle como en áreas próximas, y la exportación de madera, hierro, u otros productos alimenticios, como aceite y trigo.

Desde fines del siglo XII la fibra de lana abasteció a la industria textil del sur de Francia, para extenderse a la pañería italiana. La exportación de lana alcanzó su punto álgico en el siglo XV, siendo pocos los mercaderes que transportan un gran volumen de ella.

El bosque del valle daba una producción de madera superior al consumo de la comunidad y de sus instalaciones mineras, siendo enviado el excedente a través del río Cinca, para la construcción de viviendas y a las ataranzas del Mediterráneo para la fabricación de naves.

El hierro era exportado a la vertiente francesa, además de Cataluña y a diversas poblaciones aragonesa, como Huesca y Barbastro.

El resto de la actividad exportadora a través de Bielsa queda reducida a una serie de productos que no son producidos en el valle, pero que lo utilizan como vía de salida hacia el sur de Francia, tales como son el aceite.

El trigo es otro producto objeto de un intenso comercio, y al no ser Bielsa zona cerealistal es razonable que proceda de tierras más meridionales.

Tradicionalmente, el comercio estable en el valle de Bielsa se han desarrollado para atender las necesidades cotidianas de sus vecinos. La apertura de las nuevas comunicaciones, a principios del siglo XX, provocó una reducción de los tradicionales contactos con la vertiente francesa, pasando a ser Aínsa, Barbastro y Huesca los centros comerciales más habituales para la adquisición de productos especializados.

La apertura del túnel internacional Bielsa-Aragnouet (1976) facilitó de nuevo las relaciones entre las poblaciones de ambas partes del Pirineo, siendo la media anual de entradas y salidas por este paso de 400.000 personas, mientras que el tránsito de mercancías tienen hoy un escaso volumen.

En la actualidad se ha producido una verdadera explosión turística y el sector comercial ha cobrado en Bielsa una gran importancia, aventajando en población activa y en aportación de recursos al sector primario.